martes, 30 de noviembre de 2010

REFLEXIONES ELECTORALES

REFLEXIONES ELECTORALES

Los recientes comicios catalanes nos han dado pie, para reflexionar acerca de unas Consultas Electorales autonómicas, extrapolables a otras de carácter nacional.

Como de costumbre, el proceso final del recuento general de unas elecciones, siempre viene acompañado de un exuberante estado de ánimo, de aquéllos que han sido más favorecidos por el cómputo de aquellas cifras, así como del lógico desengaño de aquéllos, que aun habiendo sido advertidos anteriormente de su fracaso a través de encuestas previas, no habían previsto resultados tan desfavorables. No hay excepción, esa es la lógica y general regla del comportamiento humano ante felices o desafortunadas situaciones coyunturales políticas o de cualquier otra índole.

Ante unos comicios electorales, hemos de admitir que en circunstancias económicas y políticas normales, el electorado siempre estará impregnado por un ADN político, enraizado con unos factores fijos que determinarán su intención de voto; éstos pueden ser su herencia cultural, inclinación religiosa, status social, y atávicas reminiscencias del pasado entre otros, que fijan de antemano su postura política. Sinceramente sin temor a equivocarnos, creemos que al determinismo de esa postura, no escapa ninguna cultura, podríamos asegurar que es cuestión de genética.

A nuestro personal juicio, creemos haber fijado los factores que en circunstancias de normalidad, determinarían sin importantes variaciones, la inclinación política del electorado comicios tras comicios. Ahora bien, cuando el planeta en su conjunto, está envuelto en una crisis, hasta la fecha nunca tan aguda como la que estamos atravesando, SIN DUDA MÁS CULTURAL QUE ECONÓMICA, nuestros “genes” morales, culturales, sociales, económicos y políticos, se ven sacudidos de tal manera, que individualmente y colectivamente nuestro ADN psíquico, se ve sometido a cambios tan bruscos e inesperados, que nos provoca una clara alteración del genoma, cuya grave enfermedad nos transforma en desorientados pacientes, faltos de un verdadero y honrado elenco médico, capaz de diagnosticar y remediar nuestras dolencias.

Que nadie se escandalice, ni se llame a engaño atreviéndonos a formular esta pregunta: ¿Quién ha sido, es, y continuará siendo el responsable de nuestra actual pandemia global, de no intervenir un radical cambio en su conducta?. La respuesta es tan sencilla, que la pregunta podríamos calificarla de Perogrullo. Con ello no queremos menospreciar ni despreciar su valor, muy al contrario, reconocemos que el Capital, es el principal motor y estímulo de cualquier economía, ahora bien, cuando no se ejerce ningún control sobre su extraordinario poder, éste se desmanda como un potro salvaje, provocando situaciones de imprevisibles consecuencias.

La siguiente pregunta, por lógica está relacionada con el control de aquel extraordinario poder: ¿Quién debería controlar la fogosidad de ese salvaje animal?. Su respuesta no deja de ser tan sencilla como la precedente. Efectivamente es sobre el Poder Político que recae esa responsabilidad; un poder político que desgraciadamente, a pesar de su juramento bíblico o por su honor, con demasiada frecuencia se ve violado tal compromiso, prescindiendo de él en beneficio personal u otros intereses de grupo, en menoscabo de aquéllos que le confirieron tal poder. Tales violaciones se convierten en un hecho mucho más grave, cuando el poder político es manipulado por lobbys económicos, o incluso cuando esos grupos económicos detentan también el poder político.

La pregunta que sigue a las precedentes, no tiene una respuesta tan sencilla, preguntamos: ¿Cómo evitar esa degradación política y la interferencia o acción económica en la gestión política?; ahí es cuando debiera intervenir la madurez política de un electorado, para orientar debidamente la gestión y el compromiso de sus representantes políticos. Las fórmulas políticas de todos los países de corte democrático, son muy semejantes, con sutiles y pequeñas diferencias; esas diferencias son mucho más marcadas, cuando se considera la personal idiosincrasia de sus gentes, generalmente configurada por su historia y su cultura.Lamentablemente las desafortunadas circunstancias políticas, por las que ha atravesado nuestro país, durante los tres primeros cuartos del pasado siglo, han contribuido muy desfavorablemente en la formación política y cultural de nuestro pueblo, agudizando diferencias políticas entre las generaciones de aquella época, de difícil superación, que sólo futuras generaciones estarán en condiciones de superarlas con su olvido, incluidas nuestras todavía existentes dos Españas. Si a esas anacrónicas y viscerales diferencias políticas, les sumamos los graves efectos económicos, sociales y laborales derivados de la actual crisis, así como nuestra inmadurez política, nuestro país se ve convertido en un verdadero campo de cultivo, para toda clase de trasnochados nacionalismos, independentismos y radicalismos, que nos convierten en un Estado de difícil gobernabilidad, donde el personalismo, protagonismo, analfabetismo funcional (subproducto del cultural), y otras “personales virtudes” prevalecen y no coadyuvan a una ordenada y consensuada gestión política.

Es nuestro sincero deseo, hacer comprender a todos los Grupos Políticos, tanto a vencedores como vencidos, que no son sus méritos personales, los que les proclaman como vencedores o vencidos en unos comicios electorales, sometidos a la grave influencia de una crisis global, son principalmente las circunstancias del momento y los avatares del destino, los que influyen decisoriamente en su victoria o su derrota, por lo tanto, ¡¡¡que nadie se jacte de una victoria electoral!!. De lo único que verdaderamente tienen derecho a jactarse, es de una honrada y acertada gestión política de su mandato; el resto siempre será pura demagogia, y falta de respeto a un compromiso contraído.



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