sábado, 7 de diciembre de 2013

TERRORISMO Y TERRORISMO DE ESTADO


TERRORISMO Y TERRORISMO DE ESTADO

Fue hasta el año 2008, que Nelson Mandela estuvo inscrito en el Registro del Servicio de Inteligencia norteamericano, catalogado como terrorista. Al día de hoy, 48 horas después de su muerte, resulta una paradoja inverosímil la constatación de esa circunstancia, hecho que automáticamente nos obliga a un cúmulo de reflexiones morales, sociales, éticas, políticas y económicas, todas ellas íntimamente relacionadas con nuestro vergonzante Sistema neoliberal.

Desde el punto de vista moral y ético, resulta verdaderamente escandaloso e insultante la hipocresía manifestada por la mayoría de los representantes gubernativos mundiales, manchando la dignidad del apóstol social del siglo XX, fingiendo adherirse a las manifestaciones de duelo por su muerte, cuando han sido y continúan siendo ellos, los feroces defensores de la Causa contra la que él ha dedicado toda su vida. A título de ejemplo más significativo de esa hipócrita conducta preguntamos, ¿con qué “farisea actitud” se puede presentar la Delegación norteamericana, a la ceremonia de sus exequias?, con la falsedad de los no menos “compungidos rostros” (por no decir caras) de tantas otras Delegaciones, especialmente la representativa de España.

Fueron 27 años, los que el Apóstol social del siglo XX, estuvo privado de libertad como “terrorista”…, pero nosotros y especialmente él podría preguntar, ¿fue mi conducta en algún momento de mi vida la de un terrorista, o fui yo la víctima de un Terrorismo de Estado?, la respuesta es evidente, la obtenemos a través de las hipócritas manifestaciones de duelo y condolencia de toda la clase política mundial, sometida ésta, al tiempo que defensora, de la injusta y  delictiva Causa, contra la que él siempre luchó.

Mandela siempre se caracterizó por su extremada educación y espíritu conciliador, por eso en la celebración oficial de su funeral, con toda seguridad él no osaría poner un anuncio como éste, “Reservado el derecho de admisión”; para evitarnos el sonrojo de ese hipócrita y cínico espectáculo oficial, permítenos “Madiba” que  coloquemos ese aviso con tu aquiescencia, el evento no resultará tan espectacular, reservándonos ese derecho de asistencia, pero se compensará sobradamente con una superior y debida dignidad.