CATARSIS POLÍTICA
El dicho nos
aconseja, “rectificar es de sabios”. Efectivamente, ¿quién en su vida, no ha
experimentado la necesidad de cambiar ciertos pensamientos, actitudes, dogmas, postulados,
etc., percatándose del error o falsa concepción de alguna de sus ideas o
posturas respecto a los mismos, fueran
esos de tipo político, religioso, social, económico, etc., y ha experimentado
el beneficio, acierto e incluso la necesidad que había de adoptar ese cambio?.
Generalmente, esos cambios se operan transcurrido el período de la juventud,
cuando el ser humano alcanza una madurez de espíritu, para fijar los rasgos de
su personalidad, que viene determinada principalmente por el medio donde se ha
desarrollado su existencia. Una vez alcanzada esa estabilidad, le resultará mucho más difícil, adoptar nuevos
pensamientos, que entren en confrontación con sus ya definidas y adoptadas
pautas políticas, religiosas, sociales, económicas, etc.
Hemos creído
conveniente establecer el precedente preámbulo para relacionarlo directamente
con el agitado y confuso pensamiento político que se está actualmente
desarrollando en nuestro país, que está afortunadamente derivando hacia un
total y necesario cambio de tendencia política, como única alternativa, para
devolvernos una más que perdida estabilidad política, económica y social,
triste y lamentable situación creada por la incompetencia y corrupción de un
Sistema político bipartidista, que viene alternándose en el Poder durante 35
largos años, al cabo de los cuales vulgarmente se podría decir, han dejado
España que no es capaz de reconocerla ni la madre que la parió.
Afortunadamente,
la ciudadanía está superando el letargo político en que estaba sumida, merced
al insufrible deterioro de su bienestar social, que no cesa de aumentar, de
cuya situación nadie puede esperar, que sean los corruptos políticos que la han
abocado a esta triste y lamentable situación económica y social, los que puedan
ni quieran emprender la enorme labor
regenerativa política económica y social que necesita el país, ya que ello
debería comportar su propio suicidio. Labor que lógica e indispensablemente
debe ser asumida por un Sistema de gobierno, que haga tabla rasa de ese nefasto
Sistema político bipartidista. No le cabe otra alternativa al país, para llevar
a cabo una total regeneración política de todas las corruptas e incompetentes
Instituciones de ese bipartidismo. Ya es vergüenza ajena la que está
experimentando la ciudadanía, constatando la desvergüenza, descaro y
prepotencia con la que ha actuado y continúan operando, aquéllos que en la
práctica y realidad debieran ser nuestros mandados, y que valiéndose de nuestra
pusilanimidad, se permiten mantenernos y someternos como dóciles esclavos
subordinados. Mejor mañana que pasado, se está necesitando ese cambio político
que reoriente España, por aquel camino del cual nunca debieron apartarla, para
poder definitivamente gozar de unas democráticas Instituciones, que devuelvan
al Pueblo su robada, violada y prostituida Soberanía.
Llegados al
punto en que nos encontramos, es cuando queremos relacionar nuestro preámbulo,
con el cambio político que está perentoriamente necesitando España, para devolverla
a la senda de una verdadera Democracia. Ese camino afortunadamente, con
verdadero entusiasmo y esperanza, ya ha empezado a ser andado por una
importante legión de ciudadanos, ansiosos de recuperar su robada dignidad, para
los cuales la confrontación del cambio en cuestión, no es contra su conciencia,
sino contra el Poder económico que tiene sometido al corrupto Poder político
que nos desgobierna. Una confrontación contra
su razón de ser, por razones obvias, obligatoriamente y de oficio hacia aquellas gentes que, “genética, física y moralmente” han estado, están y
continuarán estándolo, estrecha e íntimamente relacionadas con el Poder
económico ya descrito y con el mercenario y corrupto Poder político que lo
defiende. Otro importante sector de la población, a la cual también se le puede
aplicar esa confrontación, son aquellas gentes que creen y quieren mantenerse
leales a unas siglas políticas, que actualmente y en la práctica no representan
el ideal político para lo cual fueron creadas, constituyendo todas ellas una sopa de
siglas, que sólo sirven para mantenerse en un terreno de nadie, con lo cual no
hacen más que perjudicarse a sí mismas y especialmente al democrático “sunami político” que se está actualmente desarrollando
en España, para subvertir el insufrible Sistema político que está acabando de
asolar el país; será verdaderamente sabia su conducta, si son capaces de
rectificar su sutil matiz político. Definitiva y racionalmente, la solución
política que se necesita, mucho más que por una amalgama de siglas políticas,
pasa por la innegable necesidad de una general catarsis de una suma de verdaderas voluntades
democráticas. Para todas gentes de bien, resultará imperdonable y extremadamente
negativo no comprender que así debe ser.
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