lunes, 3 de octubre de 2011

¿EVOLUCIÓN O INVOLUCIÓN DE LA MORAL?


¿ EVOLUCIÓN O INVOLUCIÓN DE LA MORAL?

La pregunta del enunciado, va exclusivamente dirigida a nuestra propia conciencia; si la argumentación de la respuesta, pretendiéramos exponerla en representación de terceros, incurriríamos con toda seguridad en una conducta pretenciosa o vanidosa; es por lo que vamos  a tratar de desarrollar nuestra respuesta, a esa complicada y compleja pregunta, en función de nuestra personal percepción, acerca del mundo que nos rodea, que engloba prácticamente toda la Humanidad.

Para fijar el período de evolución o involución que tratamos de analizar, deberíamos  partir de aquellas épocas, en que el ser humano empezó a adoptar una incipiente estructura social, por los lejanos tiempos del Neolítico (9000 años a.C.), cuando  según expertos antropólogos, los humanos empezaron a adoptar una vida sedentaria.

El cambio que experimentó después aquel nomadismo, fue quizás  el más importante eslabón del cambio, en la cadena social del ser humano, pasando de su vida  nómada o recolectora (caza, pesca y recolección), a una vida sedentaria y productora (agricultura y ganadería). Lógicamente, aquellos asentamientos propiciaron el inicio de las primeras concentraciones humanas, en forma de clanes, tribus y pueblos, que su expansión demográfica y geográfica acabó convirtiendo en pequeños reinos, y así sucesivamente en todas las formas de gobierno experimentadas hasta la fecha. Formas de vida nómadas, de ciertas minorías  étnicas persisten todavía, pero éstas,  están prácticamente integradas,  bajo la jurisdicción de los países, donde desarrollan su particular forma de vida.

El  pasaje propiamente dicho del nomadismo al sedentarismo, propicio obligatoriamente, la adopción de nuevos usos y costumbres, para el desarrollo, organización, control y administración de aquellas nuevas concentraciones humanas. En esa nueva Sociedad, contaba todavía la autoridad patriarcal, guiada desde siempre por la experiencia adquirida y la capacidad del patriarca para ponerla en práctica, en el bien del grupo, pero lógicamente, aquella individual autoridad se reveló insuficiente, para el buen gobierno de aquellas concentraciones de grupos. Como sucede actualmente e inevitablemente continuará sucediendo, aquella incipiente nueva Sociedad, necesitaba de unas elementales reglas, para el buen gobierno de la misma, en esencia prácticamente las mismas que necesitan nuestras actuales Sociedades;  pero, ¿ cómo legislar, promulgar, y ejecutar aquellas básicas leyes de gobierno en aquellos tiempos, careciendo  de los más elementales conocimientos del derecho?.; ¿cómo armonizar aquel conglomerado de gentes, con sus particulares usos y costumbres, su innumerable  cantidad de cultos y deidades, guiadas sus conductas por una primitiva ley de supervivencia?.

Repasando datos prehistóricos, relativos a la casi totalidad de antiguas culturas conocidas, se puede observar que, la respuesta a nuestras precedentes preguntas, nos viene dada por el  importante papel que desempeñaron los elementos religiosos adoptados por aquellas sociedades, para la instauración de las reglas y forma de gobierno de las mismas, así como su indiscutible influencia, para la designación de sus gobernantes; se puede asegurar incluso, que los acontecimientos de tipo guerrero o militar, también venían abanderados y orientados por las facciones religiosas dominantes; influencias religiosas, que  en ese sentido, no  han dejado de manifestarse a lo largo de todos los tiempos; no cabe la menor duda, aquellos  “magos del esoterismo”,  con sus postulados religiosos, fueron las principales fuentes de Poder y Gobierno en la mayoría de las antiguas culturas, apoyándose en la ingenuidad, falta de conocimientos y primitivismo de aquellas gentes; hecho que lamentablemente continúa persistiendo en nuestras actuales “culturas”, no ya basadas en  aquel primitivismo, sino como resultado de sus herencias culturales, costumbres que como antaño, son la causa de serias confrontaciones entre Culturas, provocadas por la radicalización y fanatismo de “sus magos religiosos”, hecho que unido a  una Crisis de tipo material o económico, como la que padecemos actualmente, es más que suficiente para poner el mundo “patas arriba”.

Hasta este punto  y de forma muy genérica, bajo nuestra personal observación de la Historia Universal, hemos tratado de sintetizar la evolución social del ser humano a lo largo de todos los tiempos, a la que simultáneamente ha acompañado su evolución cultural,  material o económica, y científica; examinando la evolución de esos componentes en nuestras Sociedades, es cuando podemos observar el enorme y paradójico contraste existente, cuando efectuamos una comparación entre el enorme progreso cultural, material o económico,  y científico realizado por el ser humano, frente al pobre y equivocado progreso moral alcanzado;  aquí es sin duda,  donde radica la principal respuesta, a nuestra pregunta del enunciado; el ser humano se ha visto constantemente superado, por una evolución material, cuando debió ser la moral o humana, la que debió orientar y prevalecer sobre aquélla.  ¡Todo efecto es producto de una causa !. ¿Serán  las esotéricas enseñanzas de nuestros magos religiosos, la principal causa de nuestra involución moral o humana?. ¡Ellos han sido desde los más lejanos tiempos, los que han pretendido asumir la formación espiritual y moral del género humano!. ¡Estrepitoso fracaso el  suyo!

Hasta que el ser humano no sea capaz de dominar alguna energía electromagnética, sensorial u otra, que le permita desplazarse hasta los confines del Universo, para llevarlo al encuentro del supuesto Responsable de su existencia, con el fin de que Aquel Supremo Poder lo instruya para la solución de todas sus dudas, miserias y problemas, éste deberá  seguir adoptando, la única solución que hasta el momento ha sido capaz de poner en práctica, es decir, elegir libremente, y bajo la influencia de sus  complejos  sentimientos y prejuicios, aquéllos que con su torpeza, continuarán sojuzgándole y oprimiendo;  cuando no, brutalmente sometido a la autoridad de tiránicos poderes; todo ello favorecido y propiciado, por el evidente proceso de involución moral de nuestra Sociedad, en el desarrollo de los valores humanos. El período de “Siembra”, lo estamos  culminando  a la perfección; el “Viento” que tan profusamente estamos sembrando, nos augura la “Recolecta”, de una abundante “Tempestad”.






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