viernes, 16 de abril de 2010

MONARQUÍA CONSTITUCIONAL O FEUDALISMO

MONARQUÍA CONSTITUCIONAL O FEUDALISMO

Se ha perfeccionado la rueda, aquellos locos cacharros de Leonardo da Vinci, han conseguido elevarse hacia las alturas, así como tantos otros adelantos científicos, pero desgraciadamente el sistema político-administrativo de nuestro país, en la práctica apenas ha sufrido cambios respecto al desarrollado en aquellas épocas.

Puede parecer exagerado y hasta incluso demagógico el precedente comentario, pero examinemos objetivamente la forma en que está actualmente gobernado nuestro país, para admitir la triste realidad de los hechos:

Disponemos de una Constitución y de una Monarquía, pero ¿de qué nos sirven ambas Instituciones?; ¡la Constitución tan alejada de sus funciones y el poder del Rey prácticamente nulo!. Por el contrario, observen el comportamiento de nuestros “señores feudales” cabalgando arrogantemente a lomos de sus monturas, flanqueados por su cohorte de distinguidos caballeros y amazonas. Ellos son los que verdaderamente ostentan el poder, siempre ejercido en función de sus intereses personales, tan ensimismados con la conservación de sus privilegios y defensa de sus territorios, que olvidan totalmente la existencia de sus vasallos. Para mayor calamidad, al igual que ocurría en aquellos tiempos, las disputas entre ellos mismos, no ayudan en nada a la estabilidad del país, muy al contrario, sólo sirven para debilitar aún más, tanto la propia situación de ellos mismos, como a aumentar la pobreza de sus súbditos.

En aquel entonces, las carabelas cargadas de oro y plata eran el principal sustento de las arcas de nuestro país y de aquellas ineptas monarquías, actualmente disponemos de un tesoro intrínsecamente mucho más importante, “ocho millones de manos deseosas de verse ocupadas”, pero que desafortunadamente esos “señores feudales” nunca han sabido y continúan sin saber aprovechar “decentemente”.

Una prueba concluyente del feudalismo reinante, es el denigrante espectáculo ofrecido recientemente en uno de los feudos de esos señores, cuando un pacífico y numeroso grupo de ciudadanos (su postura no podía ser más pacífica y pasiva), sentados frente a sus propiedades en defensa de las mismas, se vieron salvajemente atropellados por la jauría del “señor feudal”, ¡no queremos imaginar lo que hubiera ocurrido, caso de haber intentado asaltar el castillo del señor en vez de defender sus humildes propiedades!. Verdaderamente aquello fue un ¡vergonzante, inconcebible, deleznable, y sancionable espectáculo!. Si efectivamente estuviéramos viviendo en el siglo XXI al amparo de una Constitución, sería el “señor feudal” de aquel país el primero en merecer cien latigazos por cada golpe infligido a cada uno de sus vasallos durante aquel bochornoso suceso, y darle a probar durante una buena temporada el peso de los remos de una galera.

¿Qué postura adoptar?, ¿qué solución para tan sangrante situación?. Analizando seria y profundamente los graves problemas que nos aquejan, sólo vislumbramos una solución, “UNA REVOLUCIÓN”, pero no se alarmen ustedes, la revolución que nos atrevemos a propugnar, es aquélla que debería efectuarse en el interior de todas las conciencias. Los que desgraciadamente vivimos la experiencia de nuestra última Contienda, sabemos lo que aquella revolución significó, los que la soportamos, sólo pedimos respeto para la memoria de los que cayeron en la disputa y en parte de su posterior andadura.



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