domingo, 8 de marzo de 2015

DÍA DE LA IGUALDAD


DIA DE LA IGUALDAD

El papel de la mujer dentro de la Sociedad desde la Historia más antigua hasta nuestros días ha venido marcado por unos usos y costumbres a nivel global, que siempre han ido en su claro perjuicio. No solamente estaban marcadas las diferencias por esos usos y costumbres, sino que incluso dentro de modernas sociedades, esas diferencias estaban reforzadas por leyes emanadas tanto del Derecho Civil, como del Mercantil o del Canónico; afortunadamente, la evolución de la Sociedad ha hecho desaparecer totalmente las diferencias legales existentes amparadas por esos derechos, donde sólo persisten algunas del Derecho Canónico, por lo que desde el punto de vista legal, tratándose nuestro país de un Estado aconfesional, la igualdad de género debería ser totalmente paritaria tanto para hombres como para mujeres, amparada esa igualdad por el artículo 9.2 de nuestra Constitución, que obliga a los poderes público para que esa igualdad sea real y efectiva tanto a nivel individual como de grupos. En ese sentido y a pesar de un anacrónico y antisocial Sistema Neoliberal, la mujer ha conseguido importantes avances dentro de nuestra moderna Sociedad, pero todavía muy distante esa igualdad de género, para  satisfacción de la propia mujer y de la Sociedad que la engloba, cuyas diferencias pueden aún medirse por importantes cifras porcentuales, diríamos como producto todavía de la inercia que ejercen aquéllos antiguos usos y costumbres, y que nadie más que ellas tienen la obligación y el derecho de limar, sea tanto bajo el punto de vista social, económico, laboral o familiar, objetivo que de ellas exclusivamente dependerá, con el indispensable y obligatorio apoyo político que les ayude a la consecución de esos objetivos, en cuya faceta política también tienen el derecho y la obligación de incidir, para que su activa participación en la legislación política, pueda significar el mayor y mejor elemento de fuerza del que puedan disponer, para ayudar al necesario y equilibrado establecimiento de una Sociedad más igualitaria, sin cuyo logro político, estaremos siempre muy lejos de conseguir la verdadera consecución de ese objetivo .

El problema de la igualdad de género dentro de las modernas Sociedades de este Primer Mundo, es prácticamente una cuestión de tiempo y perseverancia, con la debida implicación política y social que requiere esa  situación, para el definitivo logro de esa igualdad. Lamentablemente el problema se plantea dentro de su más aguda vivencia, en aquellos países del Tercer Mundo, donde la crudeza del problema persiste a niveles de los usos y costumbres de los más remotos tiempos, en cuyos países no se observa ninguna evolución, sino incluso una radical involución, anacrónicas situaciones sociales, que a nivel global debería ser profunda y seriamente considerado de la parte de los Organismos Internacionales encargados de velar por los Derechos Humanos, para empezar como mínimo a preocuparse por  la defensa de los inalienables derechos de la mujer, donde sus Sociedades continuarán estando gravemente enfermas, hasta que no sepan considerar la vital importancia social de las madres de sus hijos, con vistas a un más humano y próspero futuro de su colectividad, para lo cual la cultura y el conocimiento, deben ser imprescindibles para la valoración y consecución de ese obligatorio ejercicio de igualdad.

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