martes, 11 de febrero de 2014

LA INFANTA Y SU CONSORTE


LA INFANTA Y SU CONSORTE

De todos los casos que tiene actualmente planteados la Justicia española, es sin duda aquél, que obviando la mayor o menor antigüedad del mismo, así como su mayor o menor importancia económica, es el que más urge al Sistema darle una “adecuada” solución, debido al institucional papel que lo liga con su negativa carga para la Institución implicada, lógicamente el caso no es otro que el de la Infanta y su consorte.

El caso en cuestión, aparente y supuestamente debería involucrar tanto a la hija del rey como a su marido, y de hecho así lo está desarrollando el Juez encargado de darle tramitación. En principio a la hija del rey, como imputada por fraude fiscal, el juez instructor le tomó declaración el pasado 08-02-2014, por supuesto fraude de 600.000 euros, la mitad de algo más de 1.200.000  euros  por lo que están imputados ambos cónyuges, unido a los cargos de blanqueo de capitales, prevaricación, fraude, falsedad y malversación de fondos públicos, relacionados con los 5 ó 6 millones de euros por los que está imputado el yerno del rey.

Descrita, examinada y analizada a grandes rasgos, la situación judicial en la que se encuentran esos dos miembros de la Casa Real, nos induce a pensar en aquella famosa frase del “patriarca” de la Familia…., “LA JUSTICIA ES IGUAL PARA TODOS”, grave sentencia que proviniendo de donde proviene, no deberíamos dudar de que ese es el rasero con el que la Justicia mide sin excepción a cualquier súbdito español, si exceptuamos al propio orador que goza de total inmunidad e inviolabilidad (fueros de la época feudal, pero incongruente y anacrónicamente todavía respetados y válidos en la actualidad); repetimos y no dejamos dudas sobre la validez de esa archifamosa frase, ahora bien teniendo en cuenta que en el momento en que fue pronunciada, no fue aparentemente completada en toda su extensión, ya que  con la frase “Justicia igual para todos”, debió completarse con el especial añadido…., “según la categoría o clase social de las gentes”; así de esta manera se puede comprender la forma en que se aplica la Justicia, para los miembros de la Casa Real u otros, y de especial manera a los sujetos relacionados con la clase política.

Con arreglo a los diferentes tramos de categoría y clase social mencionados, vamos a establecer algunas comparaciones, para comprender sencillamente el complicado mecanismo del Sistema Judicial que tenemos establecido en este  país para impartir Justicia. Teniendo tan a mano los que hacen referencia a la Infanta y su consorte, vamos a aprovechar la ocasión para valernos de ellos, considerando a los imputados un claro exponente de la clase social más alta del país, para compararlo con el mismo proceso que se podría seguir con alguna de las  clases sociales más bajas. Así los casos de la Infanta y su consorte, que más arriba tenemos detallados con los cargos que se les imputa, son ambos beneficiarios del siguiente trato procesal; en cuanto a la Infanta inmediatamente despuésde su declaración ante el Juez instruyendo su causa, se le permitió pernoctar en la Zarzuela, para tranquilizar sus padres acerca de su declaración, y acto seguido desplazarse el siguiente día a su actual lugar de residencia en Suiza, concretamente en la ciudad de Ginebra, donde sus necesidades pecuniarias familiares y personales son cubiertas con unos emolumentos de 600.000 euros anuales, bien es verdad que obligada está donde gastarlos, atendiendo al alquiler mensual de su vivienda 5.000 euros mensuales; 120.000 euros anuales, 30.000 por cada uno de sus cuatro hijos, en concepto de gastos de asistencia a un “colegio público”, y así sucesivamente para atender otros “gastos menores”; a su dispendio personal, debe añadirse un coste adicional estatal de 300.000 euros por la seguridad personal de la familia; esa  es la situación personal de la hija del rey, a la espera de la sentencia en la causa que se sigue contra ella. En cuanto a su consorte, a pesar de la enorme importancia económica y social que comporta su caso, no se le ha exigido hasta el momento el depósito de ninguna fianza, con el favor especial de moverse por todo el mundo, con su pasaporte en el bolsillo, y una adecuada guardia de seguridad oficial. Comparemos ahora esos reales casos, con el trato o proceso que seguramente se le aplicaría a cualquier ciudadano de a pie,  que decidimos no exponer para no herir susceptibilidades, pero que a pesar de no exponerlas, podemos imaginarlas si en semejantes casos estuviéramos involucrados cualquiera de nosotros, al igual que también podríamos comparar nuestro tratamiento judicial, con el que se acostumbra hacer con los políticos, comparación ésta, que además de herir susceptibilidades, ataca la dignidad de sus representados.

Para evitar futuras y erróneas interpretaciones judiciales, confiamos que en su próximo discurso navideño, su majestad corrija el lapsus sufrido con su frase “LA JUSTICIA ES IGUAL PARA TODOS”, completándola con el importante y olvidado “añadido” al respecto, para justificar plenamente el significado de su vieja alocución.

 

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