sábado, 5 de mayo de 2012

¡¡¡ NO SALDRÍAN DE SU ASOMBRO !!!


¡¡¡ NO SALDRÍAN DE SU ASOMBRO!!!

El asombro al que nos estamos refiriendo, es aquél que creemos experimentarían aquellas gentes que hace apenas tres generaciones nos abandonaron. Para situarnos con precisión cronológica, nos estamos refiriendo a los años “40 ó 50” del pasado siglo. Para los que tuvimos la ocasión de acompañar las vivencias de aquellos ancestros, nos resulta difícil imaginar las reacciones que experimentarían, caso de que milagrosa y espontáneamente pudieran compartir y experimentar los “logros”, que el Progreso ha puesto a nuestra disposición desde que ellos no se encuentran entre nosotros.

Modernas generaciones no podrían  comprender el supuesto asombro al que nos estamos refiriendo, debido al hecho de que carecen del conocimiento de las condiciones de vida de aquellas gentes, para establecer una comparación con las que actualmente disfrutamos todos nosotros.

Aquéllos a quienes el tiempo nos ha permitido compartir las vidas de aquellos “abuelos”, y actualmente podemos compartir las vidas de modernas generaciones, comprendemos y asimilamos el abismo existente, entre aquellos usos, costumbres y vivencias, con los que actualmente nuestra moderna Sociedad nos impone u ofrece, a los que paulatinamente nos hemos ido adaptando, aquéllos que tuvimos el placer de convivir con aquellos queridos abuelos.

Bien es verdad, que aquellos ancianos llegaron a conocer el automóvil, el aeroplano, la locomotora y… ¡hasta la radio!, pero actualmente recordarían con cierta nostalgia aquellas largas horas, sentados en un banco del gran vestíbulo del Monopolio Telefónico, esperando que la operadora de turno, a través del vozarrón de un empleadillo con voz de barítono, faltos de megafonía, les anunciase un número de cabina desde donde podrían comunicarse, ellos en Barcelona y sus interlocutores en cualquier otro punto de España, para por caso dar a conocer a sus padres, que aquel mismo día les había nacido el primer nieto. Conseguir aquella comunicación, nos suponía por regla general como mínimo la espera de una o dos horas, al igual que debía esperar el numeroso público, que también ansiaba escuchar su nombre, para llevar a cabo la comunicación solicitada en aquellos largos mostradores, atendidos por un buen número de “telefonistas”.

 A través de una radio galena (actualmente verdaderas piezas de museo), de modo clandestino se intentaban captar las noticias de “Radio Independiente” emitidas desde Moscú, portadora de noticias de una Resistencia en el exilio, noticias constantemente interferidas por  los Servicios Especializados del Gobierno, para impedir su subversiva escucha. Como agradable anécdota, también será de grato recuerdo para supervivientes de aquella época, la noticia que confusamente captada a causa de su defectuosa recepción radiofónica, nos permitió saber una vez transcurrido el partido, de que había sido  “Zarra”, aguerrido pichichi de la época (Telmo Zarraonandía), quien había marcado el gol que nos dio la primera victoria sobre Inglaterra en aquel Mundial de Fútbol de 1950 en Brasil.

Los medios de información, tanto radiofónicos como periodísticos estaban rigurosamente controlados y censurados por el Ministerio de Información y Turismo. A don Manuel Fraga Iribarne al frente del mismo, le cupo el “honor” de desarrollar aquella “aséptica labor”, para preservar España de cualquier influencia judeo-masónica o marxista, de la cual había sido recientemente liberada a través de un “Glorioso Movimiento Nacional”, liderado por uno de aquellos “tres” tristemente conocidos e insignes “Caudillos” de la época. Cualquier tipo de información tanto nacional como excepcionalmente internacional, nos era regularmente y semanalmente facilitada a través de un resumido documental titulado “NODO”, de unos diez minutos de duración, que debía presentarse obligatoriamente, como la apertura de las sesiones cinematográficas en todos las salas de cine de España, entretenidas sesiones que generalmente constaban del pase de dos películas en sesión continua, los que disponían del tiempo y placer necesario las visionaban dos veces. Obvia informar que nuestro glorioso Caudillo, como regla general no faltaba a la cita en ninguno de aquellos documentales, cuando no….., paseando bajo palio, inaugurando algún pantano, en algún desfile militar, etc. etc. Como prensa escrita, la más atrevida de las publicaciones fue la famosa “ La Codorniz”, un semanario que tuvo de sufrir algún que otro secuestro de sus tiradas o la suspensión temporal del mismo; irónicamente se recuerda el título de una de sus informaciones meteorológicas: “Un fresco General recorre toda España”, publicada ya al final de aquel infausto período, de haberse publicado al inicio de aquel tiempo, no hubiera mediado secuestro o suspensión, su Director habría tenido el privilegio de sufrir un juicio sumarísimo.

Los usos y costumbres de la época eran principal y estrictamente orientados por los “dignos mandatarios” de nuestra Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana. A título de ejemplo, todos los locales públicos, cines, bailes, salas de espectáculos, bares, restaurantes, etc. durante el período de la “Semana Santa”, por orden “gubernativa” debían permanecer cerrados a cal y canto, durante sus tres más sagrados días, el resto de la semana música sacra y espectáculos de índole religiosa debían obligatoriamente primar. Pero…, ¿quién era capaz de poner freno a su propia Naturaleza? (ellos mismos nos lo tienen demostrado sobre los cuatro puntos cardinales del Planeta, que son incapaces de dominarla, incluso sometiéndola a una perversa desnaturalización), luego…., aquellos jóvenes enamorados, privados de sus habituales espacios, para cubrir  sus más elementales impulsos amorosos, clandestinamente acababan refugiándose en parques, jardines y otros escondidos rincones públicos de sus pueblos y ciudades, para calmar sus naturales impulsos, eso sí…, exponiéndose al severo control de las autoridades de turno; valga como ejemplo una personal experiencia, sufrida ¡fuera de aquella Santa Semana!, en pleno verano y en el momento de despedirme de mi novia en el andén de la estación, momentos antes de emprender viaje para ausentarme durante unos largos meses, lo que para nosotros o para cualquier otra pareja significaba una eternidad; como despedida entre nosotros estaba mediando un estrecho abrazo, y palabra…, ¡sin beso de película!, simplemente un cariñoso abrazo, pues bien…, me está doliendo todavía, más moral que físicamente, la “hostia” y no precisamente consagrada, que me administró aquel guardia de la “gorra roja” (paradójica ironía el color de la vestimenta de aquellos vigilantes de la santa moral católica), para castigar nuestra reprobable escena moral; ¡corría el año 1960!.

Especialmente la primera mitad de aquellos caóticos, infelices y frustrantes “40 miserables años”, continúan y continuarán siendo de triste recuerdo especialmente para aquella niñez y aquella juventud que tuvo de soportarlos, y que imborrablemente continúan guardando en su memoria, las surrealistas vivencias de aquel lamentable período, ya que por encima del sufrimiento moral, faltos todavía del despertar de su conciencia, fue el terrible castigo físico sufrido; personalmente recuerdo cuando mi madre, al igual que otras muchas dejaban a sus hijos en la cola del “Auxilio Social”, para que cuando les llegase su turno, les llenasen aquel tazón con un cazo de agua y cuatro garbanzos o lentejas, mientras ellas se arrastraban por los suelos, para ganar el mínimo sustento de la familia; mientras su marido, sus padres y su hermana de 17 años, concretamente los familiares de mi madre, permanecían encarcelados, denunciados por sus propios vecinos, en base a un supuesto color político.

Amparados por una “Bien Intencionada Constitución”, aquellos problemas y dificultades parecen haberse superado, por lo que las pequeñas, reales e irrepetibles historias que acabamos de exponer, podrán parecerles surrealistas a los actuales nietos o bisnietos de aquellas bravas gentes; para certificar su autenticidad, quien dude de su veracidad, puede salir de dudas, consultando a sus actuales abuelos o bisabuelos, si tienen la gracia de conservarlos todavía.

Si de la guisa, así  hemos creído oportuno contar las precedentes historias, no ha sido con la intención de que nadie se conmisere, de quienes sufrieron las crueldades de aquel infausto período, sería ridícula si esa fuera la intención, puesto que para poder alcanzar y comprender la importancia de una tragedia hay que sufrirla, de no haberse sufrido, por muy descriptiva que pueda ser su narrativa, nunca se alcanzará el profundo conocimiento de su realidad, para poder aportar un verdadero apoyo o consuelo a quienes sufrieron, sufren y lamentablemente continúan sufriendo tales horrores e injusticias por todo el Planeta.

Siempre tratamos de orientar nuestras historias, reflexiones, pensamientos o vivencias, hacia una moraleja final. En esta ocasión, si hemos sobrepasado el límite en cuanto a espacio y contenido, es debido al hecho que la moraleja que pretendemos aflorar de esta página es también muy compleja; por ejemplo cuál sería la reacción de nuestro abuelo o bisabuelo, si en lugar de hacerlo esperar un par de horas para hablar telefónicamente con sus padres, para comunicarles el nacimiento de su primer hijo, le entregasen un IPad, pudiendo incluso a través del mismo, darles a conocer su nieto, o viceversa si nosotros tuviéramos de esperar dos horas para supuestamente poder establecer tal comunicación.

Otra curiosa situación se produciría, cuando alguno de la mayoría de aquellos analfabetos funcionales abuelos, se les pusiera a su disposición una “tablette”, a través de la cual se les ofrece la más completa Enciclopedia Mundial, o viceversa si nosotros tuviéramos de culturizarnos a través de la lectura de alguien que sabe leer un libro, como era su caso.

No menos sorprendente sería para ellos, comprobando que respetando unas reglas éticas, se pueda reprobar el comportamiento o la conducta del más alto cargo político del país, o viceversa si nosotros no pudiéramos o tuviéramos ni siquiera la remota posibilidad de comentar el más mínimo detalle, acerca de las tropelías de nuestros más altos tutores políticos, con la espada de Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas, caso de semejante osadía.

También sería increíble para ellos, haber formado parte de la “cuadrilla” de un par de docenas de peones, para recolectar la cosecha de un extenso campo, trabajando todo el día bajo un intenso calor de “Sol a Sol”, si actualmente se les ofrecía la oportunidad de realizar aquel trabajo en un par de horas, cómodamente sentados en la cabina de un vehículo refrigerado.

A su  súbito despertar, no sería menos sorprendente para aquellos abuelos, poder visionar en directo y al natural a través de la “caja manipuladora”, una gesta semejante a aquel famoso gol de “Zarra”; verse estirados en la camilla de un quirófano para “cambiarles” su cansado corazón; viendo a uno de sus nietos poniendo los pies sobre la Luna; y así un interminable rosario de hechos y acontecimientos que alucinarían sus mentes. 

Queridos y posibles lectores, desearíamos que a través de los pensamientos, historias y vivencias que dejamos expuestos, en la humilde y sencilla manera que hemos tratado de relatarlos, sirvan para comprender y apreciar el inmenso tesoro material, cultural y humano del cual disponemos, y del que tan mal uso estamos haciendo, especialmente de la parte de aquellos que supuestamente deberían tutelarnos, y a los cuales tan equivocadamente les autorizamos para ello; para toda esa clase política, una y no necesariamente larga penosa vivencia de aquellos queridos abuelos, les significaría una buena lección y experiencia, para actuar con más rectitud y honorabilidad, de la que su pobre conciencia los provee; lo cual tampoco quiere decir, que nosotros estemos aprovechando esos maravillosos recursos que el Progreso ha puesto a nuestra disposición, de la manera más inteligente, eficiente y aprovechable, más bien podríamos pensar, que todos esos medios están sirviendo para que una minoría, manipule y controle a su antojo y conveniencia nuestra existencia.

(Reflexiones especialmente dedicadas a mis queridos familiares y amigos)

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