viernes, 1 de abril de 2011

FENÓMENOS EXISTENCIALES

FENÓMENOS EXISTENCIALES

Con todos nuestros respetos hacia recientes catástrofes, no podemos evitar realizar una comparación de las causas que han provocado esos desastres naturales, con aquellas que están provocando nuestra grave situación económica y social, tanto a nivel nacional como mundial.

Nadie puede negar, que las consecuencias provocadas por el sorprendente y devastador tsunami económico mundial, sufrido hace unos tres años, por su gravedad y alcance, superan en importancia económica y social, a cualquiera de los accidentes naturales sufridos por el Planeta en estos últimos tiempos.

La enorme violencia emanada de aquel terremoto económico, no alcanzó todavía la fuerza 10 de la escala de Richter (parangón metafórico, pero no alejado de la realidad), para acabar con una vieja y caduca Civilización, pero esa fuerza 10 nunca alcanzada, la Humanidad está precipitando los acontecimientos para alcanzar esa cota.

Según fuentes científicas modernas, hace unos 5000 millones de años, que la “Fuerza Cósmica”, que los humanos adoramos desde las más antiguas Civilizaciones, bajo el nombre de nuestros respectivos dioses (sin que ingenua e infantilmente nos hayamos puesto todavía de acuerdo , para identificarla y aceptarla como la misma y única Persona, Deidad o Singularidad, responsable de nuestro destino), puso en órbita en la inmensidad del Universo, un granito de arena a 6700 grados centígrados de temperatura, esto que nosotros llamamos Planeta Tierra.

Siguiendo con informaciones científicas, hace 4 millones de años, semana más o semana menos, aquel granito de arena incandescente, es decir 4996 millones de años después de su lanzamiento al espacio, ofreció las condiciones de habitabilidad necesarias, para la aparición de nuestros primeros antepasados, no se sabe si para mal, o para peor del propio granito de arena, como producto de la estulticia e ignorancia de los descendientes de la abuelita “Lucy”; el tiempo acabará dándonos esa respuesta, respecto al futuro de sus “nietecitos”; un avance de ese incierto destino, nos lo están adelantando actuales acontecimientos.

Desde su puesta en órbita, aquel granito de arena, no ha dejado de ser una olla a presión a 6700 grados centígrados de calor en su interior (¡ y lamentablemente a nivel social, político y económico, no menos en su exterior!), que gracias a sus válvulas de escape (fallas), no salta físicamente en mil pedazos, pero que lógicamente sus obligados excesos de presión, provocan las inevitables y necesarias fugas a través de sus válvulas, provocando irremediables catástrofes naturales. Las válvulas que “desregulan” la presión exterior, son mucho más aleatorias, y no menos imprecisas e imprevistas que las que regulan la presión interior.

No hemos pretendido con nuestros precedentes comentarios, dar una rudimentaria lección geofísica o geopolítica a posibles lectores; si así hemos estimado oportuno hacerlo, ha sido para dar una explicación de nuestro inicial propósito, estableciendo una comparación entre los fenómenos humanos y naturales que está sufriendo nuestra Sociedad Universal. Los fenómenos naturales inevitables, pero para más inri incrementados por la irreflexiva conducta humana.

En cuanto a los existenciales o humanos, la Propiedad, la Guerra, y la Energía Nuclear, han adentrado a la Humanidad en un camino prácticamente, ¿sin retorno?. No ponemos en duda, que la Propiedad (egoísmo o afán de lucro); la Guerra como principal consecuencia de la Propiedad; y por último la Energía Nuclear (1), podemos considerarlos como los tres principales factores o descubrimientos humanos, que han colocado a la Humanidad ante una grave y delicada situación global, de muy difícil solución, adoptando incluso medidas inmediatas; insoluble persistiendo con actuales conductas. ¡¡¡ Es de lamentar, que no hayan prevalecido la Rueda, el Arado y la Imprenta, sobre aquéllos fatídicos descubrimientos humanos !!!.


(1). En su tiempo, Albert Einstein ya advirtió a Enrico Fermi y a Julius Oppenheimer, de los peligros que podrían acarrear para la Humanidad los resultados de sus investigaciones. Enrico murió a los 53 años y Julius a los 63. Anteriormente, Marie Curie también pagó un doloroso tributo por su trabajo; su marido se libró de ese tributo, murió a los 47 años atropellado por un tranvía. Cientos de miles fueron sus involuntarias víctimas, como consecuencia de los resultados de sus investigaciones, que actualmente continúan siendo demasiadas a escala no deseada; inimaginable su número a escala premeditada.

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