jueves, 29 de julio de 2010

CAMBIO DE TERCIO

CAMBIO DE TERCIO

¡No podía ser de otra manera!, se trata de toros y hay división de opiniones. Claro que en esta ocasión los “maestros”, desarrollan sus faenas sin el menor peligro, ante unas fieras virtuales. La faena desarrollada por esos “espontáneos”, ha ocasionado un inusitado revuelo, incluso más allá de nuestras fronteras. Y es que no hay para menos, ya que esos virtuales “matadores”, con su nueva forma de entender la tauromaquia, pueden conseguir cambiar la divisa de nuestro país; corremos el serio peligro de que se pierda una parte esencial de nuestra identidad nacional, “Spain” puede empezar a dejar de ser algo “different”. Caso de adoptar definitivamente ese cambio de tercio, a España sólo le quedaría el “folklore”, como resto de su señal de identidad.

Verdaderamente es un asunto muy delicado el tema que estamos tratando, corremos el riesgo de ver desaparecer un elemento cultural, que junto al balón redondo y el folklore, han significado el principal bagaje cultural, que durante casi cincuenta años del pasado siglo, significó ser no solamente el placebo existente, para superar la convalecencia de la última “epidemia nacional”, sino también el de otras muchas enfermedades anteriores, habiendo sido desde la noche de los tiempos, el principal acervo cultural de nuestro pueblo, hasta pasadas recientes épocas.

Los partidarios de que se respete ese antiguo legado cultural, posiblemente podrían cambiar sus posturas, si dedicasen algún pequeño espacio de su tiempo libre, para estudiar, aunque sólo fuera someramente la teoría de Darwin; se convencerían de que nuestra existencia está sujeta a una continua evolución, dicho de una forma más llana, lo moderno supera sin discontinuidad lo antiguo.

No faltarán argumentos políticos, sociales, culturales y hasta económicos, a cualquiera de las dos posturas enfrentadas, para defender sus posiciones; ahora bien, sin adoptar como propia cualquiera de esas dos alternativas, si queremos hacer resaltar la conveniente necesidad, que tiene nuestro país, para cambiar antiguas y bárbaras costumbres romanas, por otras más modernas y edificantes, excepto si queremos quedar anclados en pobres, embrutecedoras y anacrónicas costumbres, que nos sigan manteniendo en un nivel cultural, en otros tiempos, tan aprovechable y rentable para ciertas capas sociales.



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