viernes, 16 de julio de 2010

LOS OTROS SANFERMINES

LOS OTROS SANFERMINES

Afortunadamente, las fiestas no se acabaron este año al cabo de los siete días que duraron las de Pamplona, ya que ese mismo día comenzaron otras en Madrid, cuyo espectáculo no solamente igualó, sino que incluso aseguraríamos superó, al ofrecido por aquel devoto y venerado santo Fermín. Y consideramos lógico que las fiestas de Madrid superaran a las de Pamplona, teniendo en cuenta que las de ésta, su espectáculo rey gira alrededor de bravos toros, ¡pero es que los de aquélla, giraban alrededor de recientes “rejuvenecidos leones”!.

Nos atreveríamos a establecer un paralelismo entre los dos precitados espectáculos, referido concretamente a la forma de correr de sus respectivos mozos; en cuanto al norteño, los participantes en el mismo, disculpen la vulgaridad, “corren que se las pelan”, por el contrario los participantes en Madrid, sólo se apresuran para alcanzar con la mayor celeridad posible, los sillones que acojan sus flácidos glúteos, para descanso de su corpóreo físico y expresividad de su agitada mentalidad.

¡Sí señores, acabó la de Pamplona, pero empezó la de Madrid!. En cuanto al objetivo final de los participantes directos en ambos espectáculos, también puede considerarse que todos ellos persiguen un mismo fin; los “sanferministas”, alcanzar la gloria de correr gratuitamente, con el riesgo de sus vidas, durante escasos minutos por delante de peligrosos morlacos; mientras que los de Madrid permanecen apoltronados, pero eso sí, todos ellos con la firme decisión de alcanzar también otra gloria, poder conseguir (también gratuitamente), el inquilinato de una más que agradable mansión, para el vencedor de la prueba, asunto no poco estimable, teniendo en cuenta el grave problema de la vivienda que tiene ante si, el resto de la juventud que corre en las fiestas.

Observamos que ambas formaciones, tanto una como otra persiguen un mismo fin, alcanzar una gloria; ahora bien los medios que cada una de ellas emplea son diametralmente opuestos, mientras que los de una son altruistas, generosos, desinteresados, resumiendo, totalmente sociales, los de la otra son verdaderamente vergonzosos, todos sus participantes sin excepción alguna, agarrados a la pieza en disputa, tirando de ella sin el menor escrúpulo, para intentar beneficiarse de algo, que con su irreflexiva, egoísta y sectaria disputa, sólo consiguen estropear un bien, tan indispensable para todos los espectadores.

En semejantes y sucesivos cortejos, deberíamos reflexionar y ser mucho más estrictos en la selección y autorización de los participantes para correr delante de los leones en la prueba madrileña, para evitarnos el bochornoso, desagradable y negativo espectáculo, que últimamente año tras año vienen ofreciéndonos los “mozos” participantes.



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