viernes, 23 de julio de 2010

USOS Y COSTUMBRES

USOS Y COSTUMBRES

“EL SENADO APRUEBA UNA MOCIÓN PARA PEDIR LA PROHIBICIÓN DEL BURKA”, (TVE, 24-06-10
“EL CONGRESO RECHAZA LA MOCIÓN PARA LA PROHIBICIÓN DEL BURKA”, (TVE, 20-07-10).

En estos momentos, cuando la orientación política necesitaría concentrarse en asuntos incomparablemente mucho más importantes, tenemos que asistir al debate de referencia, poco más que un trivial asunto nacional. Nos inclinamos a creer, que la idea de haber suscitado ese debate, obedece más a maniobras electoralistas que de otra índole.

No dejamos de reconocer la mayor o menor importancia que pueda concedérsele a la vestimenta femenina musulmana, en base a las costumbres o creencias religiosas de las usuarias. Respecto a ese asunto, tenemos sin duda base suficiente, para desarrollar más que un debate político, algunas reflexiones de tipo social, religioso o moral, todas ellas en estrecha relación.

Partiendo de la base que nuestra Constitución nos reconoce como un Estado aconfesional, en principio, la prohibición del uso del burka en nuestro país, tendría claros visos de anticonstitucionalidad, considerando que el uso de esa prenda de vestir, es una de las expresiones externas más significativas de la religión islámica para la mujer; es por lo que su prohibición, podría significar no solamente un atentado contra el derecho y la dignidad de las personas, sino también un trauma moral para ellas. Nuestra postura personal respecto a ese asunto, es estrictamente objetiva y de respeto en cuanto en cuanto a esa costumbre femenina; lo cual tampoco significa que sea de nuestro agrado o disgusto, simplemente nos provoca un sentimiento extraño, al cruzarnos o pasear junto a una persona vestida de tal guisa, suceso que podría ser para nosotros una cuestión de costumbre con el pasar del tiempo, y que muy probablemente con el transcurrir de ese mismo tiempo, las nuevas generaciones musulmanas integradas en nuestro país, acabarán seguramente adoptando nuestros usos y costumbres, que en ocasiones tampoco son tan circunspectos en cuanto a vestimentas se refiere, viendo por ejemplo a jóvenes usando pantalones vaqueros mostrando la comisura de sus glúteos, o a jovencitas vistiendo camisetas-sostén, acompañadas de mini-pantalón corto a la altura de su pubis por arriba, y mostrando la mitad de sus nalga por el otro extremo. ¡Paradójicos contrastes entre lo que se intenta prohibir y lo normalmente permitido!

No queremos pensar ni siquiera imaginar, que sean sentimientos xenófobos los que intentan provocar tal prohibición. Serían en principio admisibles otros motivos sociales, tales como creer que con tal medida se evita la discriminación de la mujer, pero incluso bajo ese aspecto puede resultar antidemocrático, cuando es la propia persona quien adopta en conciencia y no por obediencia la prenda en cuestión; como parangón con ese asunto podríamos plantearnos estas preguntas: ¿Se sentían o juzgábamos a nuestras mujeres discriminadas, por el hecho de verse obligadas a acudir a las iglesias con la cabeza cubierta?, ¿qué es lo que obligaba a los ”hombres” en nuestro país, para ir vestidos de la misma guisa que lo hacen algunas mujeres musulmanas actualmente, exceptuando que no cubrían su cabeza?, y aún en ese contexto, había casos que el hábito de los hombres era exactamente el mismo, que el de las mujeres musulmanas, exceptuando que sus rostros, permanecían semi ocultos en la profundidad de sus capuchas (caso de los monjes franciscanos). Todas estas preguntas están referidas a situaciones vividas en nuestra “santa” España, ¡ hace apenas unos decenios!, cuando las órdenes para hacer respetar tales prescripciones, emanaban de un régimen, cuyo máximo mandatario, adornado de sus mejores galas, gustaba pomposamente pasearse bajo palio, ¿pudo en pleno siglo XX, escenificarse un espectáculo político-religioso, más anacrónico y esperpéntico?, ¡no seamos ahora fariseos, rasgándonos las vestiduras ante una extraña indumentaria foránea!. (EL palio fue un arcaico artilugio de origen pagano, destinado a la protección de sus divinidades, para protegerlas de las intemperies del tiempo, cuya costumbre fue asimilada por la religión cristiana; protección que dudamos hubiera sido aceptada por el principal personaje de esa fe, puesto que Él, la máxima ostentación de la que hizo gala durante su vida, fue pasearse sobre una dócil burrita).

Las situaciones que acabamos de describir, referidas al próximo pasado de nuestro país, con diferentes matices, son aproximadamente las mismas, que están viviendo actualmente en sus respectivos países, las gentes de allí, que aquí acogemos, sometidas a similares regímenes, al que durante casi medio siglo ha estado sojuzgado nuestro país; todavía me duele la "hostia" (ruego perdón, no soy capaz de encontrar una expresión más adecuada), que me administró un guardia de aquéllos de la gorra roja, en el momento de despedirme de mi novia en la estación de Francia de Barcelona, y no fue un beso de película lo que nos estábamos otorgando, era solamente un cariñoso abrazo de despedida; la actuación de aquel fiel agente de la autoridad, estaba sobradamente justificada, había que preservar a toda costa, la imperante y "sagrada moral católica". Démosle tiempo al tiempo, para que al igual que ha sucedido con nosotros, sus nuevas generaciones, puedan y sepan comprender el anacronismo de algunos de sus usos y costumbres, de los cuales, algunos de los nuestros, todavía persisten en nuestra forma de vida, practicados en medio de pequeños sectores de trasnochados nostálgicos, que afortunadamente paulatinamente vamos viendo desaparecer.

Respecto al burka, nos inclinamos más bien a pensar, que el rechazo del mismo, está principalmente motivado por la conflictividad existente entre Oriente y Occidente, como resultante de las ya mencionadas, antagónicas, anacrónicas y obsoletas costumbres religiosas y culturales, practicadas en ambos hemisferios, así como por circunstancias políticas mucho más importantes que aquéllas, derivadas principalmente de férreos, duros y no lejanos colonialismos; el terrorismo internacional, puede haber desempeñado también un papel importante, en el deseo de su prohibición. En cualquier caso, casi con toda seguridad, no respetar el insignificante número de personas que adoptan ese atuendo, tanto en nuestro país como en otros extranjeros, sólo puede crear un mayor distanciamiento y animadversión entre diferentes culturas.
¡Señores legisladores y partidarios de la prohibición!, antes de promulgar sus leyes, o adoptar definitivamente sus ideas, reconsideren sus posturas, y comprendan que puede resultar más o menos fácil vencer un enemigo físico, pero muy difícil, por no decir imposible, conseguir la victoria sobre un enemigo cultural. ¡Mal se aprovecha la conquista de un dominio, si dignamente, no se conquistan también sus voluntades!.



PS. Web: MARTALEGUA. Si verdaderamente te identificas o compartes alguno de los pensamientos de las páginas de esta Web, ¡por favor!, no te lo reserves, compártelo con alguien de tu entorno; ¡podemos despertar nuevas conciencias!. Ese es el único y verdadero fin que perseguimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario