LA INFANTA Y
SU CONSORTE
De todos los
casos que tiene actualmente planteados la Justicia española, es sin duda aquél,
que obviando la mayor o menor antigüedad del mismo, así como su mayor o menor
importancia económica, es el que más urge al Sistema darle una “adecuada” solución,
debido al institucional papel que lo liga con su negativa carga para la
Institución implicada, lógicamente el caso no es otro que el de la Infanta y su
consorte.
El caso en
cuestión, aparente y supuestamente debería involucrar tanto a la hija del rey
como a su marido, y de hecho así lo está desarrollando el Juez encargado de
darle tramitación. En principio a la hija del rey, como imputada por fraude
fiscal, el juez instructor le tomó declaración el pasado 08-02-2014, por supuesto
fraude de 600.000 euros, la mitad de algo más de 1.200.000 euros
por lo que están imputados ambos cónyuges, unido a los cargos de
blanqueo de capitales, prevaricación, fraude, falsedad y malversación de fondos
públicos, relacionados con los 5 ó 6 millones de euros por los que está
imputado el yerno del rey.
Descrita,
examinada y analizada a grandes rasgos, la situación judicial en la que se
encuentran esos dos miembros de la Casa Real, nos induce a pensar en aquella
famosa frase del “patriarca” de la Familia…., “LA JUSTICIA ES IGUAL PARA
TODOS”, grave sentencia que proviniendo de donde proviene, no deberíamos dudar de
que ese es el rasero con el que la Justicia mide sin excepción a cualquier
súbdito español, si exceptuamos al propio orador que goza de total inmunidad e
inviolabilidad (fueros de la época feudal, pero incongruente y anacrónicamente
todavía respetados y válidos en la actualidad); repetimos y no dejamos dudas
sobre la validez de esa archifamosa frase, ahora bien teniendo en cuenta que en
el momento en que fue pronunciada, no fue aparentemente completada en toda su
extensión, ya que con la frase “Justicia
igual para todos”, debió completarse con el especial añadido…., “según la
categoría o clase social de las gentes”; así de esta manera se puede comprender
la forma en que se aplica la Justicia, para los miembros de la Casa Real u
otros, y de especial manera a los sujetos relacionados con la clase política.
Con arreglo
a los diferentes tramos de categoría y clase social mencionados, vamos a
establecer algunas comparaciones, para comprender sencillamente el complicado
mecanismo del Sistema Judicial que tenemos establecido en este país para impartir Justicia. Teniendo tan a
mano los que hacen referencia a la Infanta y su consorte, vamos a aprovechar la
ocasión para valernos de ellos, considerando a los imputados un claro exponente
de la clase social más alta del país, para compararlo con el mismo proceso que
se podría seguir con alguna de las clases sociales más bajas. Así los casos de la
Infanta y su consorte, que más arriba tenemos detallados con los cargos que se
les imputa, son ambos beneficiarios del siguiente trato procesal; en cuanto a
la Infanta inmediatamente despuésde su declaración ante el Juez instruyendo su
causa, se le permitió pernoctar en la Zarzuela, para tranquilizar sus padres
acerca de su declaración, y acto seguido desplazarse el siguiente día a su
actual lugar de residencia en Suiza, concretamente en la ciudad de Ginebra,
donde sus necesidades pecuniarias familiares y personales son cubiertas con
unos emolumentos de 600.000 euros anuales, bien es verdad que obligada está
donde gastarlos, atendiendo al alquiler mensual de su vivienda 5.000 euros
mensuales; 120.000 euros anuales, 30.000 por cada uno de sus cuatro hijos, en
concepto de gastos de asistencia a un “colegio público”, y así sucesivamente
para atender otros “gastos menores”; a su dispendio personal, debe añadirse un
coste adicional estatal de 300.000 euros por la seguridad personal de la
familia; esa es la situación personal de
la hija del rey, a la espera de la sentencia en la causa que se sigue contra
ella. En cuanto a su consorte, a pesar de la enorme importancia económica y
social que comporta su caso, no se le ha exigido hasta el momento el depósito
de ninguna fianza, con el favor especial de moverse por todo el mundo, con su
pasaporte en el bolsillo, y una adecuada guardia de seguridad oficial.
Comparemos ahora esos reales casos, con el trato o proceso que seguramente se
le aplicaría a cualquier ciudadano de a pie, que decidimos no exponer para no herir
susceptibilidades, pero que a pesar de no exponerlas, podemos imaginarlas si en
semejantes casos estuviéramos involucrados cualquiera de nosotros, al igual que
también podríamos comparar nuestro tratamiento judicial, con el que se acostumbra
hacer con los políticos, comparación ésta, que además de herir
susceptibilidades, ataca la dignidad de sus representados.
Para evitar futuras
y erróneas interpretaciones judiciales, confiamos que en su próximo discurso
navideño, su majestad corrija el lapsus sufrido con su frase “LA JUSTICIA ES IGUAL
PARA TODOS”, completándola con el importante y olvidado “añadido” al respecto,
para justificar plenamente el significado de su vieja alocución.
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