EL DISCURSO
DEL REY
Una vez más,
y especialmente este año, hay que felicitar a los guionistas, encargados de la
preparación del discurso navideño de Don Juan Carlos de Borbón, porque de manera
bastante sutil y aceptable, han sabido adaptar su guión a las especiales
circunstancias económicas y sociales, a las que debían amoldar su mensaje.
Reconozcamos
sinceramente, que esperábamos todos con verdadera curiosidad, los matices que
se iban a introducir en el discurso, para sortear airosamente, no solamente la
lastimosa situación económica y social que está atravesando nuestro país, sino también
la comprometida y especial situación social, que está afectando directamente a
la propia familia del monarca.
Como
manifestamos al inicio de esta página, la labor de los guionistas del discurso,
se salía de las rutinarias formas de precedentes años; había que hacer frente a
una vergonzosa situación, no tan diferente de tantas otras presentes y pasadas,
con toda seguridad más vergonzantes para espectadores, que para los
desvergonzados y deshonestos responsables de las mismas.
La parte del
guión que debía relacionarse con la especial circunstancia que afecta a la familia
real, para tratarla no ofrecía ninguna ambigüedad ni escapatoria, “La Justicia es igual para todos los españoles”,
¡muy bien introducido!, otra hubiera
sido pura demagogia; pero esa sentencia era claramente innecesaria, puesto que
ese mandamiento ya lo tenemos bien precisado y redactado en nuestra
Constitución; ¡¡¡no lo habrán leído todavía esos asesores!!!; si así fuera,
aprovechamos para recordarles, que hay otros no menos importantes tales como, “Todo
ciudadano tiene derecho a un trabajo digno, a una vivienda no menos digna, a
una educación pública aconfesional, a una asistencia social, entre otros”; todos esos derechos reforzados por la
Declaración Universal de los Derechos Humanos; ¡que Universal ironía!.
Otro
interesante matiz, sutilmente introducido en el discurso por primera vez este
año, ha sido el asunto sucesorio de la Corona. A este respecto,
diplomáticamente y de puntillas, los asesores del Rey han empezado a “barrer
hacia casa”. Bien es verdad que Don Juan Carlos de Borbón, valiéndose de su ascendencia
sobre la clase militar, heredada del Dictador que lo instauró como Rey, sirvió
para prestar un supuesto servicio a nuestro país, pero esas circunstancias no
obvian para reconocer, que los hechos que concurrieron para su entronización, emanaron
de una fuente dictatorial, por lo tanto totalmente antidemocrática e ilegal
dentro de modernas constituciones.
Hemos creído
necesario y conveniente transcribir los comentarios de nuestro precedente
párrafo, no para prescindir de inmediato de un “Árbitro Político”, pero sí,
instaurarlo a su debido tiempo, a la semejanza de todas las repúblicas europeas
que nos rodean, donde la persona de un solo honorable Presidente, basta para
ejercer las funciones de “Regulador Político Nacional”, sin necesidad de que
sea una Familia, la que ejerza esa labor. Épocas de vasallos quedan ya muy
lejanas; cuanto antes, debemos vivir tiempos de solidaridad ciudadana, ¡y más con
los que corren!.
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