sábado, 29 de diciembre de 2012

EL DESFALCO DE LA PRIVATIZACIÓN SANITARIA


EL DESFALCO DE LA PRIVATIZACIÓN SANITARIA

Han sido cuarenta y tres años que ininterrumpidamente, hemos estado cotizando a la Seguridad Social, las cuotas correspondientes a nuestra situación laboral, para poder disfrutar de los servicios sanitarios públicos, durante y después de nuestra actividad profesional. La situación que acabamos de describir, nos permite con pleno derecho, que incluso consideramos una obligación, levantar a través de este nuestro  comentario, una personal denuncia por las privatizaciones de esos Servicios Públicos. Servicios que remarquémoslo, han sido cimentados y desarrollados exclusivamente con las cuotas que religiosamente a lo largo de tantos años, han sido soportadas por la clase trabajadora, no excluimos la participación patronal, pero que a fin de cuentas, ésta también ha sido indirectamente soportada por la clase obrera.

La Seguridad Social ha sido sin ningún género de dudas el Servicio Público, que a pesar de algunas de sus lagunas, ha merecido hasta el momento la mejor aprobación por parte de la ciudadanía, dueña y señora de la totalidad de esos Servicios, merced a sus puntuales aportaciones cotizadas durante decenios.

Amparado por la mayoría absoluta que le ha sido otorgada, el Ejecutivo está cometiendo un estúpida operación, privatizando por Decreto los inalienables derechos de la ciudadanía sobre esos Servicios Sanitarios Públicos, disfrazando esa operación bajo el eufemismo de una “externalización”, que a fin de cuentas no deja de ser una pura y dura privatización.

El torpe Ejecutivo argumenta unas supuestas pérdidas con la gestión pública de esos Servicios, para justificar la “externalización” de la administración de los mismos; con esa determinación el Ejecutivo confirma una doble torpeza, en primer lugar su incapacidad e incompetencia en el  Control de esos Servicios Públicos, en evitación de una mala gestión administrativa que pueda provocar injustificados desfases de sus presupuestos; en segundo lugar, con esa postura privatizadora, nadie puede creer, comprender y aceptar el hecho, de que privatizando esos Servicios, y dejándolos en manos de quienes han sido los responsables de una mala gestión pública, sean ahora los que por la obra y gracia de su “Santo Decreto”, van a ser capaces de llevar a cabo una mejor gestión privada, habiendo rotundamente fracasado en su juramentado deber público anterior. A este respecto, en todo caso se puede entender, que en el caso de que esa gestión privada generase algún beneficio, iría a parar a los bolsillos de unos  “empresarios privados”, que ningún aporte han desembolsado para beneficiarse de la creación y explotación de esas “nuevas sociedades”, en lugar de revertir esos beneficios para el mantenimiento y mejora de esos sagrados Servicios.

Ya es insultante el copago establecido, para poder beneficiarse de los servicios de la Sanidad Pública, pero lo que resulta ignominioso e inaceptable, es la desfachatez y la prepotencia con que el Ejecutivo está violando unos derechos de la ciudadanía, que ni siquiera debieran haber pensado en mancillarlos y violarlos de manera tan vergonzosa.

Lógicamente esperamos, que los beneficiarios y los agentes más directamente implicados y afectados por esa indigna manipulación, recurran cuanto antes al amparo de la Justicia, para reclamar la soberanía de la ciudadanía sobre esos inalienables derechos, y que las correspondientes sanciones administrativas y penales, sean aplicadas con toda rigurosidad, a quienes valiéndose de la autoridad que les ha sido conferida, abusan y prevarican al amparo de la misma.

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