miércoles, 19 de octubre de 2011

DESCUBRIRSE A SÍ MISMO


DESCUBRIRSE A SI MISMO

De manera más inconsciente que consciente, el ser humano se ve arrastrado por una impetuosa corriente, que lo está conduciendo al borde de un enorme precipicio; que nadie se jacte de escapar a esa consideración, salvo contadísimas excepciones. Su irreflexiva conducta, obsesionado por la consecución de efímeros logros, se traduce en una feroz lucha competitiva, que lo convierte en un frágil instrumento, dentro de un mundanal desconcierto.   Su vida se convierte en una sucesión de atractivos espejismos, que le impiden tomar conciencia,  de la vana lucha competitiva en que se ve envuelto, que en el mejor de los casos, como consecuencia de la misma, aun con aparentes resultados materiales, más negativos que positivos, la competitiva lucha en que está inmerso, le impide percatarse de algo muy perjudicial, para su condición humana; su desmesurada agitación, acaba destruyendo o anulando en él, aquellos valores humanos indispensables para la cohesión y buen gobierno de cualquier Sociedad o Cultura; valores tales como la solidaridad, la generosidad, el respeto del prójimo, el respeto a la ley, el respeto a los compromisos contraídos, entre otros; insistimos, más inconsciente que conscientemente, su concentrado egocentrismo, y la falta de esos indispensables valores, acaban por cercenar, las posibilidades de su propio desarrollo y bienestar, para acabarse convirtiendo en un cuerpo extraño y con frecuencia nocivo, dentro de la célula social.

Como consecuencia de nuestras incoherentes conductas, aquel heredado Paraíso, lo estamos convirtiendo en un erial, tanto desde un punto de vista material como moral, faltos de la Inteligencia y uso de la Razón, necesarias para la conservación y desarrollo de aquel heredado Tesoro.

Hasta los históricos momentos que estamos viviendo actualmente, la Humanidad ha podido permitirse, no sin duras penas y sacrificios, recuperarse  de devastadores acontecimientos a lo largo de toda  su Historia; repasando ésta, podemos asegurar, que por graves e importantes que pudieron ser, aquellos episodios protagonizados por el ser humano en el pasado, no tienen parangón con la delicadísima situación que está atravesando la Humanidad en la actualidad, incapaz de gobernarse a sí misma, tanto a nivel individual como colectivo, a causa de la agitada, competitiva y egocéntrica conducta que estamos adoptando.

Podemos asegurar, que hemos llegado a un punto de obligada inflexión, si deseamos salvar las pocas pertenencias que nos quedan, con la obligatoria necesidad de compartirlas con aquéllos, que de nada disponen. En este sentido desearíamos llamar la atención, de aquéllos mal llamados políticos, banqueros, dirigentes religiosos y demás gentes de la especie, para recordarles las delictivas responsabilidades en que han incurrido, y continúan incurriendo, conduciéndonos por tan escabrosos senderos; con lo cual tampoco queremos insinuar, que cualquiera de nosotros lo hubiera hecho mejor que ellos, faltos como estamos, de los indispensables valores humanos, para asumir las sagradas responsabilidades de cualquier ministerio, tanto  de tipo moral como material.

En la Naturaleza, los árboles de savia vieja, es muy difícil por no decir imposible, restablecer sus sufridas desviaciones. Es nuestro ferviente deseo, que insatisfechos, descontentos, frustrados, e “indignados”, nuevos y jóvenes vástagos, que están actualmente brotando por doquier, sepan comprender y culminar, aquello que viejas y “torcidas generaciones”, no hemos sabido llevar a cabo. ¡¡¡ Es la única posibilidad que nos resta, para la restauración de nuestro perdido Tesoro Moral y Material !!!, para lo cual será imprescindible, que cada uno de esos “nuevos brotes”, sea capaz de descubrirse honestamente a sí mismo. A ese respecto, resultaría imperdonable no romper una lanza, en reconocimiento y favor de la abnegada labor, desarrollada por ese pequeño ejército de sacrificadas gentes, que alejadas de la fanfarria política, desarrollan su trabajo, para paliar básicas necesidades, de una pequeña parte, de un incontable número de desheredados, por todo el Planeta.

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