DESCUBRIRSE A
SI MISMO
De manera
más inconsciente que consciente, el ser humano se ve arrastrado por una
impetuosa corriente, que lo está conduciendo al borde de un enorme precipicio;
que nadie se jacte de escapar a esa consideración, salvo contadísimas excepciones.
Su irreflexiva conducta, obsesionado por la consecución de efímeros logros, se
traduce en una feroz lucha competitiva, que lo convierte en un frágil
instrumento, dentro de un mundanal desconcierto. Su
vida se convierte en una sucesión de atractivos espejismos, que le impiden
tomar conciencia, de la vana lucha
competitiva en que se ve envuelto, que en el mejor de los casos, como
consecuencia de la misma, aun con aparentes resultados materiales, más
negativos que positivos, la competitiva lucha en que está inmerso, le impide
percatarse de algo muy perjudicial, para su condición humana; su desmesurada
agitación, acaba destruyendo o anulando en él, aquellos valores humanos
indispensables para la cohesión y buen gobierno de cualquier Sociedad o Cultura;
valores tales como la solidaridad, la generosidad, el respeto del prójimo, el
respeto a la ley, el respeto a los compromisos contraídos, entre otros; insistimos,
más inconsciente que conscientemente, su concentrado egocentrismo, y la falta
de esos indispensables valores, acaban por cercenar, las posibilidades de su
propio desarrollo y bienestar, para acabarse convirtiendo en un cuerpo extraño
y con frecuencia nocivo, dentro de la célula social.
Como
consecuencia de nuestras incoherentes conductas, aquel heredado Paraíso, lo
estamos convirtiendo en un erial, tanto desde un punto de vista material como
moral, faltos de la Inteligencia y uso de la Razón, necesarias para la
conservación y desarrollo de aquel heredado Tesoro.
Hasta los
históricos momentos que estamos viviendo actualmente, la Humanidad ha podido
permitirse, no sin duras penas y sacrificios, recuperarse de devastadores acontecimientos a lo largo de
toda su Historia; repasando ésta,
podemos asegurar, que por graves e importantes que pudieron ser, aquellos
episodios protagonizados por el ser humano en el pasado, no tienen parangón con
la delicadísima situación que está atravesando la Humanidad en la actualidad,
incapaz de gobernarse a sí misma, tanto a nivel individual como colectivo, a
causa de la agitada, competitiva y egocéntrica conducta que estamos adoptando.
Podemos
asegurar, que hemos llegado a un punto de obligada inflexión, si deseamos
salvar las pocas pertenencias que nos quedan, con la obligatoria necesidad de
compartirlas con aquéllos, que de nada disponen. En este sentido desearíamos
llamar la atención, de aquéllos mal llamados políticos, banqueros, dirigentes
religiosos y demás gentes de la especie, para recordarles las delictivas
responsabilidades en que han incurrido, y continúan incurriendo, conduciéndonos
por tan escabrosos senderos; con lo cual tampoco queremos insinuar, que
cualquiera de nosotros lo hubiera hecho mejor que ellos, faltos como estamos,
de los indispensables valores humanos, para asumir las sagradas responsabilidades
de cualquier ministerio, tanto de tipo moral
como material.
En la
Naturaleza, los árboles de savia vieja, es muy difícil por no decir imposible,
restablecer sus sufridas desviaciones. Es nuestro ferviente deseo, que insatisfechos,
descontentos, frustrados, e “indignados”, nuevos y jóvenes vástagos, que están
actualmente brotando por doquier, sepan comprender y culminar, aquello que
viejas y “torcidas generaciones”, no hemos sabido llevar a cabo. ¡¡¡ Es la única
posibilidad que nos resta, para la restauración de nuestro perdido Tesoro Moral
y Material !!!, para lo cual será imprescindible, que cada uno de esos “nuevos
brotes”, sea capaz de descubrirse honestamente a sí mismo. A ese respecto,
resultaría imperdonable no romper una lanza, en reconocimiento y favor de la
abnegada labor, desarrollada por ese pequeño ejército de sacrificadas gentes, que
alejadas de la fanfarria política, desarrollan su trabajo, para paliar básicas
necesidades, de una pequeña parte, de un incontable número de desheredados, por
todo el Planeta.
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