NUESTRA TORRE DE BABEL
Cuando el ser humano se encuentra en una encrucijada o cruce de caminos, sin saber en cuál de ellos debe adentrarse, para alcanzar el destino que está buscando, es normal que su espíritu se vea asaltado por la lógica duda y temor de escoger el sendero equivocado.
¿Quién de nosotros, no se ha encontrado alguna vez , en la situación que acabamos de describir?. Si hemos tenido la suerte, de tropezar en aquel momento, con alguien conocedor de la geografía del lugar, y nos indica el camino a seguir, automáticamente, aquel temor que estábamos experimentando, se transforma en un sentimiento de alivio y bienestar.
Cuando la circunstancia que acabamos de describir, tiene una significación estrictamente geográfica, el temor o la incertidumbre que experimentábamos, desaparece instantáneamente cuando somos convenientemente orientados. Ahora bien cuando esa duda, inquietud, temor o incertidumbre, está relacionada con alguna encrucijada moral o espiritual , la situación se torna mucho más complicada, puesto que generalmente, la elección del camino a seguir, depende principalmente de nuestra propia conciencia o determinación.
Volvemos a formular una pregunta, semejante a la que planteamos anteriormente, ¿quién de nosotros no se ha encontrado alguna vez, ante un dilema moral o espiritual?, en ese caso hemos de reconocer, que aun suponiendo, que nos hayamos adentrado o nos hayan orientado en una supuesta correcta dirección, el espíritu no se siente liberado de nuestros temores o inquietudes, hasta que no nos sentimos bien afincados, en el espacio que creíamos estar buscando; lo cual tampoco quiere decir, que hayamos escogido el asentamiento correcto, donde podemos permanecer durante largo tiempo, sino toda la vida, bajo la tutela de falsos o incorrectos dictados morales o espirituales.
Las conclusiones que se pueden establecer, referidas a las dos suposiciones que acabamos de referirnos, son por lo tanto desde el punto de vista existencial muy diferentes; así como la física, acaba teniendo una solución indiscutiblemente objetiva, definitiva e inequívoca, cuando alcanzamos el punto geográfico que estábamos buscando, la búsqueda de un asentamiento moral o espiritual, viene condicionada por una serie de factores, que en la mayoría de los casos, son determinantes para la adopción de la postura, que asiente nuestra conciencia o nuestro espíritu, en un estado de ánimo estable y equilibrado; atávicas costumbres, creencias religiosas, medio ambiente, pobreza o riqueza, cultura o ignorancia, entre otras, son sin ningún lugar a dudas, los principales elementos que determinan en el ser humano, la fijación de lo que ha de ser básicamente, su bitácora moral y espiritual.
Los conceptos que acabamos de definir, son indiscutiblemente, el marco general que conforma y define la idiosincrasia de pueblos, sociedades y civilizaciones, sin que de esa regla escape ninguna Cultura, lo cual nos permite comprender la diversidad de contradictorios pensamientos, tanto religiosos, como políticos, sociales, económicos, etc., existentes en el mundo, que han convertido nuestra bendita Tierra, en un lugar nunca mejor definido, como una gigantesca “Torre de Babel”, ¡¡¡donde es tanta la confusión y el caos reinante!!!, que “nadie es capaz de comprender o entender a nadie", incluso dentro de sus propias culturas.
La situación de nuestras sociedades, por los motivos expuestos, ha alcanzado tal grado de paroxismo, que difícilmente puede vislumbrarse una solución viable, que conduzca la Humanidad hacia un destino de paz y bienestar. Lamentablemente llegamos al convencimiento, que sólo una severa y dolorosa purga de nuestra Civilización, podrá sanar la grave enfermedad que nos aqueja.
sábado, 4 de junio de 2011
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