FEMINISMOS
FEMINISMOS
Resulta verdaderamente satisfactorio, constatar el importante rol que la mujer ha empezado a desempeñar, dentro de cualquier actividad de la moderna Sociedad, una función hasta hace poco tiempo rechazada por la propia Sociedad, sólo desarrollada en aquellos prohibitivos tiempos, por arriesgadas heroínas en la defensa de los negados derechos a la mujer. El tesón de aquellas bravas luchadoras, ha ido sirviendo de estímulo para las nuevas generaciones, que está culminando con la incorporación de la mujer, a todas las actividades de lo que se está convirtiendo una Nueva Sociedad, donde hasta el momento, no han conseguido un pleno reconocimiento de sus derechos, pero no lejos de alcanzarlo, todo depende de la propia Sociedad, ésta obligada de aceptar la necesidad de desterrar aquellos obsoletos y caducos estereotipos feministas, que tenían encorsetada a la mujer dentro de unas patriarcales reglas, convertida en un “objeto familiar”. Queda todavía cierto recorrido por andar, pero ese camino es imparable; para culminarlo resulta indispensable adoptar y desarrollar una delicada Educación, que nos haga comprender, la sagrada y necesaria complementariedad de la hembra y el varón, observancia ésa, que tan delicadamente debe ser observada y respetada, tanto por el hombre como por la mujer, para erradicar definitivamente toda diferencia de status social, así como cualquier violencia de género.
Resulta verdaderamente satisfactorio, constatar el importante rol que la mujer ha empezado a desempeñar, dentro de cualquier actividad de la moderna Sociedad, una función hasta hace poco tiempo rechazada por la propia Sociedad, sólo desarrollada en aquellos prohibitivos tiempos, por arriesgadas heroínas en la defensa de los negados derechos a la mujer. El tesón de aquellas bravas luchadoras, ha ido sirviendo de estímulo para las nuevas generaciones, que está culminando con la incorporación de la mujer, a todas las actividades de lo que se está convirtiendo una Nueva Sociedad, donde hasta el momento, no han conseguido un pleno reconocimiento de sus derechos, pero no lejos de alcanzarlo, todo depende de la propia Sociedad, ésta obligada de aceptar la necesidad de desterrar aquellos obsoletos y caducos estereotipos feministas, que tenían encorsetada a la mujer dentro de unas patriarcales reglas, convertida en un “objeto familiar”. Queda todavía cierto recorrido por andar, pero ese camino es imparable; para culminarlo resulta indispensable adoptar y desarrollar una delicada Educación, que nos haga comprender, la sagrada y necesaria complementariedad de la hembra y el varón, observancia ésa, que tan delicadamente debe ser observada y respetada, tanto por el hombre como por la mujer, para erradicar definitivamente toda diferencia de status social, así como cualquier violencia de género.
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