DIA DE LA
IGUALDAD
El papel de
la mujer dentro de la Sociedad desde la Historia más antigua hasta nuestros
días ha venido marcado por unos usos y costumbres a nivel global, que siempre
han ido en su claro perjuicio. No solamente estaban marcadas las diferencias
por esos usos y costumbres, sino que incluso dentro de modernas sociedades,
esas diferencias estaban reforzadas por leyes emanadas tanto del Derecho Civil,
como del Mercantil o del Canónico; afortunadamente, la evolución de la Sociedad
ha hecho desaparecer totalmente las diferencias legales existentes amparadas
por esos derechos, donde sólo persisten algunas del Derecho Canónico, por lo
que desde el punto de vista legal, tratándose nuestro país de un Estado aconfesional,
la igualdad de género debería ser totalmente paritaria tanto para hombres como
para mujeres, amparada esa igualdad por el artículo 9.2 de nuestra
Constitución, que obliga a los poderes público para que esa igualdad sea real y
efectiva tanto a nivel individual como de grupos. En ese sentido y a pesar de
un anacrónico y antisocial Sistema Neoliberal, la mujer ha conseguido
importantes avances dentro de nuestra moderna Sociedad, pero todavía muy
distante esa igualdad de género, para
satisfacción de la propia mujer y de la Sociedad que la engloba, cuyas
diferencias pueden aún medirse por importantes cifras porcentuales, diríamos
como producto todavía de la inercia que ejercen aquéllos antiguos usos y
costumbres, y que nadie más que ellas tienen la obligación y el derecho de
limar, sea tanto bajo el punto de vista social, económico, laboral o familiar, objetivo
que de ellas exclusivamente dependerá, con el indispensable y obligatorio apoyo
político que les ayude a la consecución de esos objetivos, en cuya faceta
política también tienen el derecho y la obligación de incidir, para que su
activa participación en la legislación política, pueda significar el mayor y
mejor elemento de fuerza del que puedan disponer, para ayudar al necesario y
equilibrado establecimiento de una Sociedad más igualitaria, sin cuyo logro
político, estaremos siempre muy lejos de conseguir la verdadera consecución de
ese objetivo .
El problema
de la igualdad de género dentro de las modernas Sociedades de este Primer Mundo,
es prácticamente una cuestión de tiempo y perseverancia, con la debida
implicación política y social que requiere esa
situación, para el definitivo logro de esa igualdad. Lamentablemente el
problema se plantea dentro de su más aguda vivencia, en aquellos países del
Tercer Mundo, donde la crudeza del problema persiste a niveles de los usos y
costumbres de los más remotos tiempos, en cuyos países no se observa ninguna
evolución, sino incluso una radical involución, anacrónicas situaciones
sociales, que a nivel global debería ser profunda y seriamente considerado de
la parte de los Organismos Internacionales encargados de velar por los Derechos
Humanos, para empezar como mínimo a preocuparse por la defensa de los inalienables derechos de la
mujer, donde sus Sociedades continuarán estando gravemente enfermas, hasta que
no sepan considerar la vital importancia social de las madres de sus hijos, con
vistas a un más humano y próspero futuro de su colectividad, para lo cual la
cultura y el conocimiento, deben ser imprescindibles para la valoración y
consecución de ese obligatorio ejercicio de igualdad.
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