miércoles, 27 de marzo de 2013

SOBRE LA VIDA DE JESÚS


SOBRE LA VIDA DE JESÚS    

Paradójicamente, aproximadamente una quinta parte de la población mundial, tiene adoptada esa mentira como la principal verdad de sus vidas, para ser más exactos sino adoptada tampoco rechazada, debido al supino desconocimiento de los postulados sobre los cuales ha sido cimentada. Para comprender y discernir los argumentos sobre los cuales ha sido desarrollada esa falacia, deberíamos reconsiderar los hechos históricos acontecidos durante el tiempo de nuestros últimos dos milenios, para tratar  de explicar la lógica empírica de este asunto, apartada de cualquier deriva metafísica.

Nadie discute, y generalmente se acepta que dos mil años ha, por territorio palestino nació un niño, su padre carpintero llamado José y su madre ama de casa llamada María; tampoco nadie duda de que a aquel niño, la Providencia lo había dotado con unas cualidades humanas verdaderamente excepcionales, cuyo intrínseco valor lo predispuso en conciencia para compartirlas con sus semejantes,  el natural don que la Providencia le había otorgado, fue sin duda semejante al que con anterioridad le había sido otorgado a Buda y posteriormente a Mahoma y en períodos más recientes a otros que como aquéllos también se ha distinguido por el sacrificio de sus vidas a favor de una desorientada y mal gobernada Humanidad, personajes tales como Gandhi, Simón Bolívar, Nelson Mandela, Martin Luther King, Vicente Ferrer, y tantos otros que con el ejemplo de sus vidas han sido un referente y un modelo de lucha para la defensa de la dignidad de sus pueblos.

Desde su niñez, Jesús dio muestras de la exquisita sabiduría que lo había dotado la providencial Naturaleza, durante toda su vida hasta su “crucifixión”, se distinguió por su lucha en la conquista de una Justicia social a favor de los más desfavorecidos y oprimidos, principalmente orientado  e influenciado por los principios de la doctrina griega “Sofía”. Como es fácil suponer, su vida, su ejemplo y su conducta, fueron objeto de persecución por parte del Poder romano, y paradójicamente también de la parte de su propio Pueblo, si cabe con más odio y venganza, por el hecho de denunciar públicamente el falso e hipócrita comportamiento social de la clase dominante, causa por la cual fue denunciado y entregado al Poder romano para su ejecución, una crucifixión orquestada por sus partidarios, para librarlo de la muerte, crucifixión que fue verdaderamente ejecutada, previo suministro a Jesús de un brebaje que le provocó un rápido y aparente estado de muerte en la cruz; los muertos podían ser recuperados por familiares o amigos, lo que aprovechó José de Arimethea, rico mercader, íntimo de Jesús, para solicitar a Poncio Pilato, en estrecha relación económica y social ambos, para hacerse cargo del aparente cuerpo muerto de Jesús, al que inmediatamente se le suministró un bálsamo para recuperarlo de su falsa muerte o letargo. Esta es una versión no oficializada, pero sí admitida por muchos historiadores, así se comprende la diferencia existente entre la versión histórica y la teológica de Jesús, respecto a su muerte y resurrección.

Resulta evidente que después de su fingida ejecución, Jesús no podía mostrarse abiertamente de nuevo en público, excepto para algunos de sus más allegados, especialmente sus discípulos. En su obligado exilio, algunos historiadores lo sitúan camino de la India, mientras que su madre con alguno de sus hermanos los sitúan en Francia.

A partir de su adolescencia, Jesús empezó a dar muestras de su indomable y decidido carácter en su personal lucha por la defensa de una Justicia social; más tarde ya en su juventud,  influenciado por la doctrina griega “Sofía”, cuyo fundamento principal se basa en el desarrollo de la voluntad personal con relación a la voluntad universal, dicho de otra manera, la búsqueda de un equilibrio perfecto de la sociedad humana dentro de un contexto universal; esos principios nos hacen comprender el rechazo de sus enseñanzas por aquellos  ávidos mercaderes y los más altos representantes del poder religioso judío, obstinados en mantener sus privilegios, su falso espíritu religioso y sus rituales sacrificios. A pesar de los veinte siglos transcurridos desde sus enseñanzas, lamentablemente constatamos que aquel fariseo Poder religioso, continúa actualmente impregnado de los mismos usos y costumbres, y que con toda seguridad, caso de que aquel “justo hombre” se presentase ante nosotros, y como no menos se podría esperar de él, volviera a actuar como lo hizo en aquellos tiempos,  volvería a ser denunciado y condenado de nuevo, por los mismos poderes que lo hicieron hace dos mil años.

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