SOBRE LA VIDA DE JESÚS
Paradójicamente, aproximadamente una quinta parte de la
población mundial, tiene adoptada esa mentira como la principal verdad de sus
vidas, para ser más exactos sino adoptada tampoco rechazada, debido al supino desconocimiento
de los postulados sobre los cuales ha sido cimentada. Para comprender y
discernir los argumentos sobre los cuales ha sido desarrollada esa falacia,
deberíamos reconsiderar los hechos históricos acontecidos durante el tiempo de
nuestros últimos dos milenios, para tratar
de explicar la lógica empírica de este asunto, apartada de cualquier
deriva metafísica.
Nadie discute, y generalmente se acepta que dos mil años ha,
por territorio palestino nació un niño, su padre carpintero llamado José y su
madre ama de casa llamada María; tampoco nadie duda de que a aquel niño, la
Providencia lo había dotado con unas cualidades humanas verdaderamente
excepcionales, cuyo intrínseco valor lo predispuso en conciencia para compartirlas
con sus semejantes, el natural don que
la Providencia le había otorgado, fue sin duda semejante al que con
anterioridad le había sido otorgado a Buda y posteriormente a Mahoma y en
períodos más recientes a otros que como aquéllos también se ha distinguido por
el sacrificio de sus vidas a favor de una desorientada y mal gobernada
Humanidad, personajes tales como Gandhi, Simón Bolívar, Nelson Mandela, Martin
Luther King, Vicente Ferrer, y tantos otros que con el ejemplo de sus vidas han
sido un referente y un modelo de lucha para la defensa de la dignidad de sus
pueblos.
Desde su niñez, Jesús dio muestras de la exquisita sabiduría
que lo había dotado la providencial Naturaleza, durante toda su vida hasta su
“crucifixión”, se distinguió por su lucha en la conquista de una Justicia social
a favor de los más desfavorecidos y oprimidos, principalmente orientado e influenciado por los principios de la
doctrina griega “Sofía”. Como es fácil suponer, su vida, su ejemplo y su
conducta, fueron objeto de persecución por parte del Poder romano, y
paradójicamente también de la parte de su propio Pueblo, si cabe con más odio y
venganza, por el hecho de denunciar públicamente el falso e hipócrita
comportamiento social de la clase dominante, causa por la cual fue denunciado y
entregado al Poder romano para su ejecución, una crucifixión orquestada por sus
partidarios, para librarlo de la muerte, crucifixión que fue verdaderamente
ejecutada, previo suministro a Jesús de un brebaje que le provocó un rápido y
aparente estado de muerte en la cruz; los muertos podían ser recuperados por
familiares o amigos, lo que aprovechó José de Arimethea, rico mercader, íntimo
de Jesús, para solicitar a Poncio Pilato, en estrecha relación económica y
social ambos, para hacerse cargo del aparente cuerpo muerto de Jesús, al que inmediatamente
se le suministró un bálsamo para recuperarlo de su falsa muerte o letargo. Esta
es una versión no oficializada, pero sí admitida por muchos historiadores, así
se comprende la diferencia existente entre la versión histórica y la teológica
de Jesús, respecto a su muerte y resurrección.
Resulta evidente que después de su fingida ejecución, Jesús
no podía mostrarse abiertamente de nuevo en público, excepto para algunos de
sus más allegados, especialmente sus discípulos. En su obligado exilio, algunos
historiadores lo sitúan camino de la India, mientras que su madre con alguno de
sus hermanos los sitúan en Francia.
A partir de su adolescencia, Jesús empezó a
dar muestras de su indomable y decidido carácter en su personal lucha por la defensa
de una Justicia social; más tarde ya en su juventud, influenciado por la doctrina griega “Sofía”,
cuyo fundamento principal se basa en el desarrollo de la voluntad personal con
relación a la voluntad universal, dicho de otra manera, la búsqueda de un equilibrio
perfecto de la sociedad humana dentro de un contexto universal; esos principios
nos hacen comprender el rechazo de sus enseñanzas por aquellos ávidos mercaderes y los más altos
representantes del poder religioso judío, obstinados en mantener sus
privilegios, su falso espíritu religioso y sus rituales sacrificios. A pesar de
los veinte siglos transcurridos desde sus enseñanzas, lamentablemente
constatamos que aquel fariseo Poder religioso, continúa actualmente impregnado
de los mismos usos y costumbres, y que con toda seguridad, caso de que aquel
“justo hombre” se presentase ante nosotros, y como no menos se podría esperar
de él, volviera a actuar como lo hizo en aquellos tiempos, volvería a ser denunciado y condenado de nuevo,
por los mismos poderes que lo hicieron hace dos mil años.