viernes, 1 de enero de 2010

PERFILES DE LA BIBLIA

PERFILES DE LA BIBLIA

La base sobre la que se apoyan las convicciones religiosas de la casi totalidad de las Iglesias occidentales es la Biblia, aunque a decir verdad, la mayoría, por no decir la casi totalidad de los practicantes de esas religiones, ignoran la forma en que se gestaron sus “Sagradas Escrituras”, lo cual los coloca en una situación de total ignorancia, a la hora de poder enjuiciar los postulados sobre los que se apoya su religión. Existen diferentes versiones de la Biblia, catalogadas con distintos nombres, aunque intrínsecamente sus esotéricos contenidos, apenas difieren.
Para conocer la gestación de esas Escrituras, nos habríamos de remontar al año 325 de nuestra era, fecha en que tuvo lugar el Concilio de Nicea, donde el principal debate a dirimir por los obispos asistentes, fue determinar las pautas que debería seguir la doctrina cristiana, reflejadas en sus “Sagradas Escrituras”.
El Concilio en cuestión, estuvo principalmente marcado por la existencia de dos corrientes teológicas diametralmente opuestas, una sustentada por los obispos representantes de las iglesias occidentales, apoyados por la élite de la sociedad, y a la postre también por el emperador Constantino, corriente que defendía la tesis de la consustancialidad divina de Jesucristo, y la segunda corriente sustentada por el grupo de obispos representantes de las iglesias orientales, liderada por el obispo Arriano, principalmente apoyada por el pueblo, defensora de la no consustancialidad divina de Jesucristo, corriente eliminada por órdenes imperiales, con el destierro de sus obispos. Lo paradójico en este caso, se produjo cuando en su lecho de muerte, el emperador Constantino aún a pesar del apoyo prestado a los representantes de las iglesias occidentales, se hizo asistir por un obispo arrianista. Este hecho confirma la enorme influencia que tuvo el poder económico y político en el Concilio de Nicea, para marcar las principales líneas de orientación de la cristiandad, desterrando a los obispos arrianistas en beneficio de la tesis de la consustancialidad divina de Jesucristo.
Ya libres de toda controversia y oposición, fue cuando en el Concilio de Laodicea (año 360 de nuestra era), los obispos defensores de la consustacialidad divina de Cristo, se aplicaron a la compilación y redacción de las actuales “Sagradas Escrituras”, manipulando una serie de escritos, la mayor parte de ellos apócrifos, atribuidos a personajes que no tuvieron ninguna relación directa con Jesucristo, adoptándolos y adaptándolos a su interés y conveniencia.
La pregunta, o mejor dicho las preguntas que cabría formularse son las siguientes: ¿Cómo se representaría al principal personaje de la fe cristiana si se hubiera impuesto la tesis arrianista?, ¡compleja pregunta!, de no difícil respuesta si se estudia objetivamente la vida de Jesús. Otra pregunta no menos interesante sería, ¿cómo se presentarían las actuales “Sagradas Escrituras” con el triunfo del arrianismo?, sin duda de forma bastante diferente.
Una respuesta de peso relacionada con las anteriores preguntas, nos la proporciona el papa LEON X (1513-1521), con el siguiente comentario: “Desde tiempos inmemoriales es sabido cuán provechosa nos ha resultado esta fábula de Jesucristo”, reflexión incluida en el texto de una carta dirigida al cardenal Pietro BEMBO, notable lingüista, humanista y poeta italiano.
De todas formas, es innegable la inmensa farsa derivada de aquellos concilios, ya que sin ningún género de dudas, la supuesta salvadora del mundo, la doctrina cristiana, es la principal causante del actual caos mundial existente. Entre sus responsabilidades más directas, así como las causas derivadas, cuentan: Las cruzadas hacia la tierra santa (más apropiado sería calificarla de tierra maldita, vista su deplorable situación actual); invasión, expoliación y apropiación de las Américas; las atrocidades de la “Santa Inquisición”; vergonzosa colonización y expoliación del Continente Africano y otras partes del planeta; el desarrollo de dos guerras mundiales; y por último y no menos importante, su avasallante colonización económica mundial. ¡Relevante curriculum de la fe cristiana!, referida por supuesto, tanto a la católica apostólica romana, como a la ortodoxa y protestante y al incontable número de sectas derivadas de esas principales corrientes. Si verdaderamente Jesucristo resucitase de nuevo, ¡Cual no sería su asombro e indignación, constatando la vergonzosa manipulación de su vida y personalidad, y a buen seguro el incontable número de “tenderetes”, que con toda seguridad volvería de nuevo a volcar, en nuestro actual “mercadillo”mundial!.
En vista de lo anteriormente expuesto, las gentes pueden preguntarse, ¿entonces qué directrices morales nos quedarían si rechazásemos nuestros dogmas de fe?. La respuesta es muy sencilla, las encontraríamos, adoptando aquellas normas que nos imponga nuestra sana conciencia y libre albedrío. Una sola condición cabría imponerse, poner límites a esa libertad, aquellos que pudieran contener, todo nuestro amor y respeto por toda la CREACION (de la cual consciente o inconscientemente formamos todos los seres parte integral), habríamos encontrado la VERDADERA RELIGION, librándonos de un conjunto de atávicas y obsoletas costumbres y creencias religiosas, fuente de una verdadera confusión doctrinal y moral. Reflexión asimilable a cualquier otra grande o pequeña religión practicada sobre nuestro planeta.
Sería un verdadero logro, si todos los seres humanos llegasen a comprender esta máxima, “ La verdad nos hace libres, la mentira nos mantiene creyentes “





CARTA ABIERTA PARA CUALQUIER PERSONA SIN DISTINCION DE RAZA PENSAMIENTO O CONDICION.


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